
En Roma, en la red de antiguas cámaras funerarias conocidas como
catacumbas, hay una serie de pinturas murales que datan de la época en que los cristianos fueron perseguidos, durante los siglos
III y
IV. En cuanto al estilo, estas pinturas llevan la marca de la tradición grecorromana. Esta figura, que en el aspecto artístico no parece muy impresionante, resulta, a pesar de todo, profundamente conmovedora como imagen de fe. Posee una carga secreta de convicción que compensa cualquier incompetencia técnica.
Las
catacumbas romanas nos ofrecen el mayor acervo pictórico que ha llegado hasta nuestros días. Estas
catacumbas se encuentran fuera de los límites de Roma, ya que la ley romana exigía que el entierro de los muertos se llevara a cabo normalmente en lugares fuera de la ciudad. Las familias más ricas construían tumbas de mampostería, como las que se encuentran en la Vía
Apia, lo que permite inferir que los pasadizos subterráneos a los que nos referimos, eran el lugar de entierro de los miembros de grupos sociales de inferior condición.
Los cristianos con mayor poder adquisitivo, podían permitirse adquirir más espacio y excavar modestas criptas familiares. En lugar de utilizar simplemente una sepultura en un pasadizo (el vocablo latino es "
loculus"), estas familias podían excavar una cámara ("
cubiculum"), y algunas veces hasta podían adornar la tumba con una construcción a manera de marco ("
arcosolium"). Justamente, es en estos cubículos más
pretenciosos en donde se encuentra la mayor parte de las decoraciones pintadas.El suelo de Roma es volcánico y fácil de horadar para realizar galerías. En principio de excavaban los pasadizos a un mismo nivel, y luego se extendían haciendo túneles descendentes, que algunas veces alcanzaban profundidades de entre 9 y 15 metros.
Los cuerpos eran inhumados en cada nivel, en nichos excavados en las paredes, que luego se cerraban con planchas de piedra o ladrillos, y algunas veces llevaban inscripciones en latín y griego, lo que de alguna manera denota la existencia de una comunidad cristiana de nacionalidades mixtas. Este método de excavación nos permite apreciar que los "
loculi" más altos son los más primitivos, y que las tumbas más recientes, se encuentran en el fondo de los túneles.
Aún se conservan en el cementerio de
Domitila las dependencias de ingreso, de las cuales la principal es una sala probablemente destinada a los banquetes fúnebres conmemorativos, costumbre
pagana que pasó a los primeros cristianos. Este tipo de cementerios se multiplicaron hasta el más lejano suburbio de Roma. En el siglo
IV, cuando el cristianismo fue reconocido oficialmente, comenzó la costumbre de inhumar al aire libre y alrededor de las iglesias. A pesar de esto, muchos fieles siguieron prefiriendo estar enterrados en las
catacumbas, cerca de los sepulcros de los mártires, lo que llevó a importantes ampliaciones, como las presentes en el cementerio de
Calixto.
A partir del siglo V, las
catacumbas ya no se utilizaron más como lugares de sepultura, aunque se siguieron visitando y las tumbas de los mártires conservaban sus lámparas encendidas. En el siglo
VIII, a raíz de la incursión de los longobardos, se trasladaron a las Basílicas, los cadáveres más ilustres de las
catacumbas.